tomasquijano
19 Αύγουστος 2022
Disfrutamos de cinco días diferentes donde se vive el silencio y el descanso de cuerpo y espíritu en un ambiente de extraordinaria relajación. Habitaciones sencillas pero confortables, con lo imprescindible, muy limpias y bien conservadas. Las comidas del día para compartir con la comunidad de Carmelitas Descalzos, caseras, deliciosas, hechas con mano maestra por Mercedes, abundantes y por 12 euros, con ensalada, dos platos, postres, vino y cerveza. Todo el personal es de una amabilidad extraordinaria, comenzando por Teresa, la recepcionista y siguiendo por Encarna e Ignacio. Los frailes encantadores, con el padre Pascual Gil como prior al frente, una persona afable e inteligentísima que nos enseñó el monasterio, iglesia, capilla y diversas dependencias. La comunidad de seis religiosos tiene un paisano alicantino de Ibi, el padre Juan Serrano, simpatiquísimo, y se completa con dos españoles más, muy atentos, un coreano del sur, antiguo capitán del Ejército de su país, y otro fraile de Burkina Faso. El hotel cuenta con sala de TV y ordenador, tienda de recuerdos y un amplio jardín con zonas de paseo y relax. Ya estoy pensando en volver.
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